Al reto
fundamental al que nos enfrentamos en esta sesión es de volver a la calma después
de una actividad de patio. Vivimos en un mundo en el que la distracción es
continua y el bombardeo de estímulos no cesa.
A través de los
sentidos tratamos de poner en contacto a los niños con el momento presente
tratando de identificar las emociones y sensaciones de ese instante único. La información que nos envían es mucho más
intensa de la que a menudo somos conscientes.
Primero, en
clase tomamos conciencia de nuestro cuerpo y nos tranquilizamos mientras nos
aseamos.
Después, salimos
al patio y tenemos que despertar todos nuestros sentidos, percibir cómo estamos
y conectarnos con el momento presente.
Ser
conscientes de nuestros sentidos es una herramienta muy poderosa. No sólo nos
aportan sensaciones minúsculas sino que
nos acostumbran a conectar con percepciones más sutiles, lo cual puede ser de
gran ayuda; sobre todo cuando se trata del control de las emociones.
Cerramos los
ojos y centramos nuestra atención en lo
que se escucha, escuchando tan sólo lo que se halla presente instante tras
instante. Sonidos que aparecen y desaparecen, sin interpretar la experiencia
momentánea como agradable, desagradable o neutra, más allá de todo juicio y más
allá de todo pensamiento, sólo estar escuchando, respirando, conociendo...
Fuimos
conscientes de la importancia de nuestros oídos. Escuchamos con atención
absoluta los sonidos internos: el latido de nuestro corazón, la respiración,
los movimientos del estómago... los sonidos del ambiente un coche que pasa, el
sonido de viento, los pajaritos, voces…
Después
abrimos los ojos y seguimos observando esos y otros sonidos y fuimos
conscientes de esa información a través de otro sentido la vista, para más
tarde expresarlo de forma oral y
mediante un dibujo.
El objetivo
principal de esta práctica es la observación atenta y consciente de lo que pasa
por nuestra mente y nuestros sentidos, sin juzgar o
dejarnos llevar.
Los ejercicios
de mindfulness ayudan a los niños a centrar su atención en lo que hacen en cada
momento (el aquí y el ahora) y a percibir lo que sienten o piensan.
Con la atención plena no se trata de lograr un estado
de relajación o evasión, sino un estado de atención serena, sin tensión ni
alerta.
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