En la clase de 4º de
primaria del colegio San José Obrero hemos realizado un juego muy divertido
para trabajar el reconocimiento del error y la tolerancia a la frustración.
Para ello, hemos usado un juego llamado “Bartolo”.
Para empezar a jugar
nos hemos puesto de pie formando un círculo y he dado un número a cada alumno.
El último alumno no ha recibido número, éste es el que se llama “Bartolo”. A
partir de ahora, el que se equivoque pasará a ser “Bartolo” y no tendrá número
hasta que otro compañero falle. En el desarrollo del juego se marca un ritmo
que consiste en dos palmadas en los muslos, seguidas de dos chasquidos con los
dedos. A continuación empezamos a marcar el ritmo. No muy rápido al principio.
Después, mientras seguimos marcando el ritmo, les explico que cuando nos toca
tenemos que decir 2 veces el número que somos y seguidamente, otras dos veces,
el número de otro compañero. Por ejemplo, “siete-siete, catorce-catorce”. El
alumno que sea el 14, contestara: “catorce-catorce, dos-dos”. Y así
sucesivamente hasta que alguien se equivoque y pase a ser “Bartolo”. En este
momento, nuestros estudiantes tienen que agudizar su concentración porque puede
que su número ya no sea el mismo. Durante el juego, no solo se nombran números,
también se nombra al compañero que en ese momento es “Bartolo”.
Con esta mecánica se
juegan varias rondas, y después, los alumnos que se equivocan son eliminados
directamente.
Durante el transcurso
del juego, se observa fácilmente lo nerviosos que están y cómo se esfuerzan
para no fallar.
Cuando finaliza el
juego y volvemos a la calma, empleamos unos minutos para que puedan expresar
cómo se han sentido. Todos están de acuerdo en que se lo han pasado muy bien y
en que estaban muy, muy nerviosos. Les pregunto por qué se sentían así, y la
mayoría responde que tenían miedo a equivocarse. Lo peor para ellos no era ser
“Bartolo”, ha sido cuando quedan eliminados. Dicen que eso ha sido lo que menos
les ha gustado
Después hemos estado hablando sobre
las situaciones en las que sienten algo parecido; pero que no son un juego.
En sesiones
posteriores a esta, daré herramientas que les ayude a superar esta sensación de
miedo y nerviosismo y les permita sobrellevarlas de una manera más positiva.
Para terminar, me
gustaría incluir que durante el desarrollo del juego, se hace muy obvio quienes
son los líderes del grupo y como siempre intentan controlar la situación.
También ha sido interesante ver cómo algunos ayudaban a sus amigos sutilmente
para que no fallaran.
Creo que ha sido una
actividad reveladora para mis alumnos y también para mí. Ha hecho que nos
conozcamos mejor y nos divirtamos mucho.